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Michelo


Con labios sangrantes, sedientos, amantes y cantantes, me inmiscuyo y hurgo en las entrañas del deseo, por gritar canciones de historias propias, hurtadas y marcadas, que conmueven y se cuentan sonrientes y otras, se lloran necesarias y dolientes como anzuelos para oídos silentes, a veces jubilas y otras que son la cura más pura, para sanar corazones y brindar consuelos.
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